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domingo, 20 de abril de 2014

A menudo...

A menudo pienso que estoy encerrada aquí, en esta casa, en esta cabeza, en este cuerpo, en este lugar. Y el corazón sufre pequeñas explosiones y los trozos vuelven al mismo, a veces pienso que no me cabe el alma en este mundo y la imaginación me hace expandir el pecho y volar, flotar como el agua cuando es expulsada por el suelo, con la fuerza del viento. La tierra nunca es suficiente para los hombres, la tierra los ha atrapado y no somos fuertes. 


A menudo siento la prisión de la materia, lo que no queremos abandonar para salir de la carne y mezclarnos con el viento y volar. Los sueños, no son más, son la vida que cada día respiro, aún con dificultad y me muevo en esta pequeña casita de tabique que un día caerá, también la tierra se la tragará. los sueños, mis sueños, los que compartimos un día, los que vemos todos los días serán recordados como el pasado que no volverá, serán libros y leyendas como los que nos han traído hasta aquí. 

El hombre volverá a la tierra, lo llevará una mujer en su vientre de barro, lo llevará a la luz. 
A menudo vuelvo a mi vientre de barro, a ese lugar seguro que en realidad nunca abandonamos, me refugio en él, en sus palabras, y vuelvo a los que estuvieron antes del mío, al vientre de mis abuelas, al de sus madres, al de sus abuelas. Y el mundo sigue su curso, el tiempo jamás se detiene, pero ahí, en esa frescura, en esa calma, el tiempo simplemente se pierde y no ocurre. 

A menudo, cuando estoy cansada, cuando va mal, me refugio en la idea de crear ese espacio para alguien más, imagino que me crece un vientre de barro, pero quizá aún es un lugar muy estrecho. A menudo, no es suficiente, lo que uno pueda ofrecer.